Superar la incertidumbre
"Los seres humanos creemos en lo que queremos creer, en lo que nos gusta creer, en lo que respalda nuestras opiniones y en lo que aviva nuestras pasiones"
(Sidney Harris)
Los seres humanos no soportamos o soportamos mal el vacío que nos genera la falta de explicaciones. De ahí la urgente necesidad que sentimos de interpretar todo cuanto nos sucede. Ante cualquier suceso que nos afecta, no descansamos hasta encontrar una explicación o significado.
Nuestra peculiar manera de explicar las cosas que nos suceden influye sobre nuestro estado de ánimo y sobre nuestra habilidad para adaptarnos a las nuevas circunstancias.
Sostiene el psicólogo Martin Seligman que nuestra forma natural de explicar las situaciones, tanto las adversas como las favorables, refleja nuestra forma de pensar. Gracias al pensamiento positivo, cuando somos sacudidos por alguna adversidad, tendemos a pensar que se trata de un suceso pasajero del que nos recuperaremos. Nos inclinamos a limitar los efectos de los fracasos y evitamos caer en los fatalismos que nos impiden generar alguna salida. Igualmente, catalogamos los tropiezos como un error que hemos cometido pero subsanable y el cual nos sirve de aprendizaje.
Nuestra habilidad para modelar la realidad con el fin de conservar nuestro natural equilibrio emocional es impresionante, éste arte es fundamental a la hora de proteger nuestra autoestima favorable. Recurrir a explicaciones ventajosas de las cosas nos estimula a buscar el lado positivo de los contratiempos y nos ayuda a minimizar su impacto. La necesidad de preservar un buen nivel de satisfacción con nosotros mismos hace también que, cuando recibamos información que coincide con nuestra autovaloración positiva, la asimilemos rápidamente. Pero si la información amenaza esta buena opinión, nuestra reacción instintiva es cuestionarla y defender nuestra visión favorable de nosotros mismos. Del mismo modo, a la hora de justificar nuestras acciones, seleccionamos aquellos argumentos que mejor respaldan nuestras creencias y conductas, con el fin de evitar los sentimientos desagradables que nos producen las contradicciones.
Nuestra habilidad para modelar la realidad con el fin de conservar nuestro natural equilibrio emocional es impresionante, éste arte es fundamental a la hora de proteger nuestra autoestima favorable.
Para proteger nuestro estado de ánimo positivo estamos predispuestos a relacionarnos con personas que tengan buena opinión de nosotros y evitar a aquellos a quienes no caemos bien. Otra defensa de la felicidad, a menudo inconsciente, es a compararnos ventajosamente con nuestros semejantes. Este tipo de comparaciones nos protegen de la desilusión y son un buen acicate para nuestra seguridad y confianza. No obstante seamos cautos, las ventajas de disfrazar la realidad tienen un límite. Hay situaciones en que disfrazar la evidencia pueden impedirnos tomar decisiones favorables. El significado que le demos a la vida es otra poderosa herramienta que protege nuestro bienestar, hay personas que conciben las amenazas a su bienestar como un reto que deben afrontar; éstas suelen responder con determinación. Otros ven los infortunios como amenazas personales y su opción es una lucha sin cuartel.
No cabe duda de que, a lo largo de la vida, nos vamos a encontrar con situaciones que estarán fuera de nuestro control y que amenazaran nuestra felicidad; pero mientras estemos conscientes, nada ni nadie podrá quitarnos la libertad para elegir las explicaciones esperanzadoras y reconfortantes que queramos darles.