Huellas del pasado
"Los traumas emocionales quiebran los vínculos de familia, de amistad, de amor y de comunidad"
Judith Lewis Herman
Los traumas de la infancia son enormemente destructivos para el desarrollo de la capacidad de construir vínculos afectivos saludables. En las personas adultas, ciertas experiencias aterradoras a manos de otros, pueden privarles de la confianza necesaria para establecer relaciones íntimas. Por ejemplo, las mujeres que han sido violadas sexualmente padecen secuelas que les impiden normalizar su vida sexual hasta pasados, al menos, dos años. Los efectos de ciertos sucesos traumáticos alteran el funcionamiento normal de nuestro sistema nervioso y modelan negativamente nuestra percepción del mundo. Sin duda la violencia humana intencional es la más maligna.
La memoria nos ayuda a entender los efectos perjudiciales de los traumas. Todos tenemos dos memorias independientes: la memoria verbal y la memoria emocional. La verbal es la forma de almacenar y evocar los acontecimientos que forman parte del guión de nuestra vida y el contenido de esta memoria lo expresamos en palabras. La emocional se encarga únicamente de guardar las imágenes de horror y las sensaciones corporales vinculadas a experiencias de terror. Los recuerdos acumulados en la memoria emocional no están unidos a palabras, los evocamos reviviendo las escenas aterradoras y sensaciones físicas de miedo.
El olvido es una disciplina espiritual que también nos ayuda a cerrar heridas del pasado, perdonar agravios y recuperar el entusiasmo.
Quienes hacen las paces con su pasado, por estremecedor que éste sea, se reponen y controlan su destino.