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Hijos y Padres


Hijos y padres
Los niños empiezan queriendo a sus padres; a medida que se hacen mayores los juzgan; a veces los perdonan.

Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray, 1985


Una de las consecuencias más relevantes del cambio profundo en la concepción de la infancia ha sido la aparición de la adolescencia.


La adolescencia es un período de tiempo, en la vida humana, que se alarga más allá de los 20 años. La educación y la situación social y económica empujan a los hijos a una cada vez más larga convivencia con sus progenitores, y aunque entre todos podemos ayudarles a hacer su camino más llevadero, en realidad no controlamos su destino.


En palabras del porta libanés Jalil Gibran en El profeta:


“Nuestros hijos son los hijos y las hijas del anhelo de la vida, ansiosa por perpetuarse …Podemos darle nuestro amor, pero no nuestros pensamientos, porque ellos tienen los suyos propios .. Podemos esforzarnos en ser como ellos, mas no tratemos de hacerlos como nosotros. Porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer”.

Hoy los hijos evalúan abiertamente a sus progenitores como individuos y como padres.


Por otra parte, la combinación de la alta esperanza de vida con el bajo número de natalidad es la causa de que cada día más hijos afronten la responsabilidad de tomar decisiones sobre el futuro de sus ancianos padres.


Surgen hoy, y cada vez en mayor medida y de manera inevitable, sentimientos de culpa en aquellos hijos que deciden ingresar a sus padres ya ancianos en una residencia. La realidad, sin embargo, una buena residencia provee mejores cuidados a una persona mayor impedida que la asistencia que pueda proporcionar razonablemente la familia, por abnegada que sea. Los buenos centros cuentan con profesionales especializados y, a menudo, los familiares que se empeñan en cuidar a sus mayores a menudo se sienten desbordados perjudicando, consciente o inconscientemente, a sus seres queridos.


Es comprensible que una parte de la angustia que sentimos en esta tesitura se deba al cambio radical de la relación: pasamos de ser cuidados por ellos a ser sus cuidadores.


En otras palabras, nos convertimos en padres de nuestros padres.

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