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Drogas IV: "Sueños líquidos"


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El alcohólico es una persona ausente

Si bien la adicción a otras drogas es algo desconocido como fenómeno social o individual antes de las leyes prohibicionistas, no ocurre lo mismo con el alcohol. La primera alusión al alcoholismo como enfermedad y no como vicio se encuentra, muy probablemente, en Séneca y contrasta con una larga tradición grecoromana donde la falta de templanza con el vino era más una cuestión ética y no médica.


Despreciable para buena parte de las religiones orientales, el alcohol (vino) logró un alto respeto en el judaísmo y está íntimamente ligada a ceremonias sociales señaladas. El cristianismo lo elevó a la sangre de Cristo. Como es sabido, la vid no existía en América antes del descubrimiento, y el alcohol fue un hallazgo de los alquimistas europeos del S.XI.


Al leer los principales textos científicos sobre el alcoholismo no nos encontramos con una definición de las propiedades farmacológicas del alcohol. Sino, más bien, con conceptos que perfilan la personalidad básica o constelación social de los alcohólicos.


Por otra parte, los poderes del alcohol para hacer frente a la ansiedad no son nada despreciables dado el gran número de personas que apelan a éste. Poco útil como analgésico, combina expansión comunicativa con indiferencia provocada por una depresión visceral, derrame emotivo y sopor. Este conjunto de síntomas podríamos llamarle "relajación", pero es una relajación un tanto despreciable dado que desemboca en una cháchara reiterativa y estúpida, aturdimiento, daños físicos y viscerales y sentimiento de culpa al día siguiente. Lo deseable de la relajación es la espontaneidad, positividad y capacidad comunicativa. No conozco remedio alguno capaz de devolver los reflejos y la sensatez a un alcohólico.


Obligatorio hablar en este punto del SÍNDROME ABSTINENCIAL: Si la acción del alcohol resulta sobradamente conocida, no lo es tanto la reacción abstinencial que se produce al suspender su uso cuando el sujeto ha alcanzado un nivel de dependencia física o "delirium tremens". El delirium tremens consiste en sudoración excesiva (aumenta mucho la temperatura corporal llegando a la deshidratación), temblores y convulsiones, estado de completa desorientación mental al que acompañan alucinaciones muy vivas y terroríficas. Esta situación se prolonga día y noche, pudiendo llegar a durar una semana y produciendo un deterioro mental importante e irreversible en el 70% de los casos. La tasa de mortalidad ronda el 45% y la recaída es inevitable en el 50% de quienes lo padecen.


Conscientes de su extrema gravedad, la instituciones sanitarias tratan estos cuadros ingresando al sujeto en la UCI donde se aplican medios eficaces y se controlan las constantes vitales. Conocer estos hechos ayudan a medir los riesgos del síndrome de abstinencia con barbitúricos y tranquilizantes menores, donde al delirio se añaden fuertes convulsiones y rigidez muscular de tipo tetánico, cuando no la atrocidad de un estado epiléptico. Sin embargo, muy rara vez se consideran las reacciones de abstinencia a drogas legales; al contrario, el hombre de la calle vive tranquilo pensando que lo pavoroso es el "mono" del adicto a los opiáceos.











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