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Cómo se entrena a los niños a ser futuros alcohólicos


“Brindemos para celebrarlo”. En la mayoría de ocasiones equiparamos la celebración de un evento con el consumo de alcohol.

El problema no solo se reduce a la peligrosa ecuación celebración=consumo de alcohol sino que, socialmente, hemos llegado muy lejos, incluyendo a los más débiles: los niños.


Como ya hemos señalado en otros artículos el alcoholismo es una enfermedad grave, biopsicosocial, es decir, con triple causalidad:


  • Biológica (genética, efecto subjetivo y adaptación cerebral al alcohol)

  • Psicológica (complejos procesos de personalidad)

  • Social

Nos centraremos en este tercer aspecto:

Cuando hablamos del medio social nos estamos refiriendo a todos aquellos mecanismos socio-culturales que condicionan, mantienen o consolidan el consumo así como los códigos de uso y conducta.


Se incluyen desde los intereses comerciales hasta los círculos sociales y familiares.


Un sencillo ejemplo: si un niño ve a sus padres beber alcohol habitualmente, es más probable que él también adquiera ese hábito antes o después.


En la actualidad nos encontramos con una amplia oferta de bebidas alcohólicas, creadas para el consumo de los niños, como cava, cerveza o vino. El ejemplo que lo ilustra es el de los “champanes infantiles”. Bebidas creadas para el consumo de los niños cuyos colores, texturas y nombres se parecen al champan con alcohol y que, por supuesto, se venden en la sección de bebidas alcohólicas de los supermercados. Por lo tanto no es de extrañar que si los menores ven a sus padres consumir alcohol de forma normalizada delante de ellos , decidan comprar este tipo de bebidas en Navidad, o cuando tienen que celebrar su aniversario.


Es bastante usual que ese niño que ha asociado celebración con champán infantil cuando tenía ocho años, consuma la “versión auténtica” cuando celebre sus 16 0 17 años junto a sus padres y, tal vez, años antes ya lo estuviese haciendo con sus amigos, multiplicando así las probabilidades de abusar del alcohol o convertirse en alcohólico en algún momento de su vida.

Recordemos que el alcohol tiene un silencio clínico muy largo y desde que se empieza a consumir pasando por su abuso hasta que se genera una adicción pueden pasar muchos años. No nos confiemos.


El mensaje que la mente infantil, sumamente inocente e influenciable está recibiendo es:

  • Familiarizarse con el alcohol

  • Imitar a los mayores

  • No es perjudicial para la salud

  • Fiesta = consumo


Así las cosa cuando en la adolescencia observe que en publicidad se dice: “bebe con moderación”, un alcohólico entiende “bebe cualquier cantidad”, no pudiendo controlar de esta manera la cantidad que consume. Con esta frase publicitaria se delega la responsabilidad a la persona individualmente , cuando lo cierto es que todos somos responsables.


Es un acto de frivolidad ofrecer a los niños un producto más peligroso que lo que esconde su inocente etiqueta. Si es asó, no olvidemos que estamos frivolizando con la segunda droga que más personas mata en el mundo. Aunque en nuestro país al ser una droga legal y socialmente aceptada todavía cuesta mucho aceptarla como “droga”.

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